También la lluvia sufre.

La sirena aúlla
Y el aullido ahuyenta.
Yace la lluvia
Sobre su cabeza.

Sucedió por descuido
O fue error fatal,
Un aroma anunciante
De una noche accidental.

Por fortuna o desgracia
Incumplió su promesa.
Ahora yace en turbia sangre
Entre moscas en el aire.

¿Pudo haber cambiado
O todo estaba escrito?
Alguien debió advertirle
Desde un principio.

Sin más preocupaciones,
Sin más no me abandones.
Es el destino el que nos une
Y en el firmamento nos diluye.

También la lluvia sufre
Al golpear el suelo,
Y la sirena agoniza
Al caer en llanto.

Y yo así meditando,
Con las nubes en mi cabeza
Y los cuervos cantando
Avecinando mí fecha.

La sirena cesa
Y la luna se esconde,
Sus ojos abiertos.
Su mente apagada.

Sin luz en su mirada
Que ya no soñará,
Ni la humedad en sus labios
Que no besaran más.

Su mayor permanencia,
Su involuntaria estancia.
Cesando de existir, ahora
En sus brazos quiero morir.

Dilúyeme en lluvia
Y absórbeme tierra,
No me dejes ir en vano.
Estaré aquí un largo rato.

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Portada: «Second Rain Painting» de Laurie Miller

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