TALETOBER 31. – TU MAYOR MIEDO (EL DEL AUTOR)

Ultimo dia del Taletober! Muchísimas gracias a todos los que siguieron este gran reto de Octubre que consistió en escribir un relato diario de Terror, Horror, Suspenso o Misterio.

Les comparto el último relato del mes: Tu mayor miedo. (El del autor)

Taletober fue un buen ejercicio que fomentó mis habilidades para  la literatura y la creatividad. Sin importar cuando lean esto, cualquier comentario de retroalimentación constructiva será bien recibido. Intenté no repetir los estilos, jugar con las narrativas y los diálogos. Ya saben, mantenerlo fresco. Así que si uno no es muy bueno, eso no significa que todos sean iguales.

PRÓXIMAMENTE: Estaré realizando un post sobre mis ‘Conclusiones del Taletober», en el cual irá incluida una tabla de índice para todos los relatos. Lean los posts anteriores y disfruten de este buen desenlace.

 

La racha de las cucarachas.

Desperté una mañana, incomodado. Algo molestaba mi cara, como un cosquilleo. Al abrir los ojos, tenía frente a mí una enorme cucaracha asquerosa frotando sus antenas sobre mi rostro. De un golpe la arroje de mi cama y me senté para ver qué ocurría. Mi cama tenía cucarachas apoyándose las unas contra las otras. ¡Eran cucarachas enormes! Del tamaño de un gato o de un perro pequeño. Todas con sus viscosas patas afiladas, picudas y mal olientes. Rodeaban toda la cama y el cuarto frotando sus antenas en mis pertenencias.

¡Fue tan asqueroso! Al levantarme de la cama accidentalmente pise una y salpicó sus vísceras por todo el suelo, manchando mi pié en el proceso. El peste de aplastar una cucaracha enorme es indescriptible, una de las experiencias más nauseabundas de mi vida. No podía entender qué rayos sucedía.

Tras limpiarme los pies en la regadera del baño baje las escaleras para ir con mi familia a la cocina en mi casa. Tenía que contarles sobre las cucarachas enormes para que me asegurara de que todo había sido un sueño.

Al bajar, me sorprendí a mi madre alimentando comida a unas cucarachas en el suelo, les daba unas cápsulas parecidas a croquetas. ¡Lo peor es que mi madre los acariciaba como mascotas! Volteó a ver mi cara en disgusto y dijo —¿Qué sucede hijo? ¿Pareciera que has visto un gato? ¿Te encuentras bien?—

Al otro lado de la cocina estaba mi hermano sobre la mesa del comedor, comiendo lo que parecía ser una cucaracha bocarriba en su plato, con sus vísceras de fuera y mi hermano enterrando su cuchara plateada en ese asqueroso jugo grisoso y llevándoselo a la boca. Me miró con cierto extraño ante el inevitable disgusto en mi cara y dice — ¿Qué quieres? ¿Por qué me miras tanto al desayunar? Ve, anda y sírvete tú también.—

Sin saber cómo reaccionar, ni siquiera si estaba soñando aún. Me dirigí hacia la cocina y abrí el refrigerador. La comida estaba podrida, con hongos y sobre todo; cientos de cucarachas comiendo nuestra comida, revolcándose por todos lados, el peste tóxico que emanan del refrigerador no combinaba nada bien con la putrefacción de los alimentos. Era realmente horrible.

No podía seguir soñando tanto tiempo esta pesadilla, lo peor de todo hasta ahora era el olor a cucaracha que impregnaba toda la casa, y sus terribles patas pegajosas manchando las paredes. Las cucarachas estaban por todas partes. ¡Incluso afuera! Del miedo e incertidumbre decidí salir a la calle para ver qué demonios sucedía.

Al salir pasa frente a mi una enorme cucaracha de 4 metros de largo y fácil 2 de alto. Encima una pareja de personas montándola con correas atadas a las bases de sus antenas- ¡Las usaban de transporte! Y no solo esa pareja, eran todas las personas que transitaban. ¡Cucarachas por todos lados, de todos los tamaños!

Miro al cielo y hay un montón de ellas volando. El terrible papalotear de sus alas me daba escalofríos por toda la espalda. Sus movimientos extraños en el suelo me asustaban al no saber qué demonios estaban haciendo. Al parecer nadie parecía extrañarse de lo que estaba ocurriendo.

Mi vecina se encontraba afuera de mi casa, con una cucaracha grande en sus brazos, me miraba fijamente mientras la lamia como a una paleta. Para ella era lo más casual del mundo, mientras yo intentaba contener el vómito.

Era repugnante ver cucarachas por doquier, especialmente siendo alimento de humanos. Intente huir rápidamente de ahí cuando me di cuenta de que en todos lados había cucarachas, de todos tamaños, colores y especies. Caminaban por las paredes, por el suelo y hasta el cielo. Era angustioso no saber qué hacer al respecto. Yo parecía ser la única persona consciente de la irregularidad.

Era como salido de una película de terror, las cucarachas me recordaban lo horrible del mundo. Asco tremendo cuando aparecen entre la comida, entre la ropa o vagando por las calles de noche. Me propuse a terminar con ellas,  pasé varias horas intentando matar las más que pude.

No podía resistir verlas tanto. Intente matarlas con insecticidas; veneno en polvo; agua de laurel; hasta los remedios de mi abuelita. No podía acabar con ellos, especialmente con las voladoras. Pise tantas cucarachas del demonio como pude.

Tomé una de las más grandes, la que mi madre había alimentado anteriormente. Empezó a cuestionar qué rayos estaba haciendo. — ¡Voy a acabar con esta plaga!— Le respondí yo, gritando. Muy asustada ella se fue corriendo huyendo de mi locura.

Yo, en el frenesí de mi genocidio insecticida lleve la cucaracha al baño y rocié gasolina encima de ella. La tire al escusado y la encendí en llamas. Arrojé veneno inflamable a la taza para que se consumiera más fácilmente. Vi cómo ardía durante varios minutos. Hasta que abrí un bote de insecticida y apenas rocíe unas gotas sobre el fuego, este hizo reacción química y explotó.

La explosión fue tan fuerte que destruyó por completo mi baño, todo estaba lleno de insecticidas, detergentes, y gasolina en llamas. Era un tremendo desastre, la cucaracha enorme había dejado un montón de vísceras esparcidas por todos lados.

Comencé a reír, de miedo y de nervios. Estaba muy tenso ante lo ocurrido y no me pude controlar más. Rompí en carcajadas sobre la locura que estaba viviendo, en eso llegan dos cucarachas de 2 metros de alto cada una, paradas sobre las dos patas traseras. Caminaban como personas, y portaban macana en la tercera pata y una placa de policía en el torso. Llegaron y me sujetaron. Mientras, no podía parar mi risa.

Con todo el asco del mundo intente zafarme de sus sucias patas peludas. Me pusieron unas esposas y comenzaron a empujarme hacia afuera de mi casa. Desesperado intente gritar por auxilio a mi madre que solo me veía llorando de lastima. — Lo lamento hijo, estas comportándote de forma errática. ¡No puedo creer que mataras a mi Cuquis! ¡Qué horror, mi propio hijo asesinando mi querida mascota! —

Las cucarachas me llevaron esposado, arrestado por mi aparente crimen. Que por alguna extraña razón no tuvo mucho sentido si las mismas cucarachas con las que todo este mundo funcionaba estaban siendo usadas para alimento también.

En fin, un juez cucaracha me sentenció a morir en la cámara de gas, junto a otros reclusos humanos que habían asesinado cucarachas. Al igual que yo, ninguno sabía porque estaba ocurriendo algo asi, o como habían despertado en este mundo tan extraño.

Unos días más tarde, después de haber permanecido encerrado u tiempo. Las cucarachas nos metieron a una cámara de gas y nos rociaron con insecticida. Nos retorcimos de dolor y agonía por varios minutos hasta que todos quedamos tirados en el suelo, en silencio, bocabajo y con las patas hacia arriba.

Como si fuéramos cucarachas, en un mundo dominado por ellas.

 

¿Qué les pareció el último relato? Escriban sus comentarios por aquí o en las redes sociales. Compartan con sus amigos y estén al pendiente sobre mi siguiente post donde hablaré sobre mis conclusiones y la introspectiva que me dejó este reto. 

Muchas gracias a todos aquellos que lo siguieron desde el inicio. 

Por último les dejo la tabla original del reto.
Suscríbanse al blog y estén pendientes de más contenido.

Artwork portada: «Salle des machines» Gnot Guedin

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1 comentario en “TALETOBER 31. – TU MAYOR MIEDO (EL DEL AUTOR)”

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